Cueva de las Lechuzas – Parque Nacional Tingo María

La cueva es conocida desde mucho tiempo por la población. Antonio Raimundi fue el primero a describir la cueva de las lechuzas (en realidad son guacharos) en su diario de viaje. Los ingleses del Imperial College Caving Club – ICCC de Londres visitan la primera parte de la cueva en 1972. El mismo año, una expedición de la Universidad Nacional Agraria de la Selva – UNAS de Tingo María explora la cueva y hace una topografía parcial. En 1973, los españoles del Grupo de Exploraciones Subterráneas del Club Montanes Barcelones realizan la topografía completa de la caverna. Después, numerosas expediciones visitan la cueva, un clásico del Perú, a pesar del alto riesgo de contactar histoplasmosis. El GSBM visita la cueva durante la expedición Pérou 79, y el CBIS durante la expedición Pérou 82. De 2003 a 2004, Martin van Breukelen de la Universidad Libre de Ámsterdam realiza una nueva topografía y muestrea espeleotemas para el estudio del paleoclima de la región.
En la frondosa vegetación de la cadena montañosa de la Bella Durmiente del Parque Nacional de Tingo María (Leoncio Prado, Huánuco), se encuentra una gigantesca gruta de piedra caliza, cuyo nombre es “Cueva de las Lechuzas”, esta se encuentra ubicada en la a una distancia de 4.5 km. y 20 minutos aprox. en movilidad del casco urbano. Está a una altitud de 673 m.s.n.m.
Esta gruta gigantesca alberga unas aves llamadas GUACHAROS (Steatornis caripensis Humboldt), en la que algunos lugareños por error llamaron “lechuza”. De allí que se haya quedado como la Cueva de las Lechuzas. La presencia de esta ave es de vital importancia para otros seres vivos que también cohabitan en el interior de la cueva (golondrinas, murciélagos, pericos, arácnidos, artrópodos, etc.), de un complejo ecosistema. Porque abastece de semillas de diferentes árboles y palmeras: pijuayo, huicungo, requi colorada, ungurawi, etc. que forman una compleja cadena de consumidores-degradadores predadores. La preservación de los bosques circundantes es de suma y urgente necesidad nacional.
Según los guías locales, la gruta de la Cueva de las Lechuzas es la abertura principal de un vasto y complejo sistema subterráneo, que recorre las entrañas de la cadena montañosa de la Bella Durmiente. Su belleza es innegable y constituye un gran potencial turístico; se destaca por su tamaño, pues su entrada cuenta con una altura de 20 metros de altura y 30 metros de ancho, además ofrece una estupenda ruta de más de 400 metros para recorrer, sendero que, actualmente, solo es parte del total ya que no ha habido expedición que haya completado todo el largo de este recinto natural.
Este destino es ideal para los amantes de las aventuras puesto que ofrece planes como el espeleísmo para conocer la increíble fauna. Asimismo, en esta enigmática cueva es posible descubrir las extrañas formaciones pétreas que están en su interior que el tiempo y el flujo del agua han formado en el corazón de la cueva. Masivas estalactitas y estalagmitas se han ido extendiendo lentamente con el paso del tiempo, algunas formando extrañas formas y figuras, como «El Pensador», una figura con forma humana sentada en contemplación en una roca cerca de la entrada de la cueva. Del mismo modo, los visitantes, cansados tras el prolongado recorrido de ida y vuelta por la caverna, pueden también disfrutar de las refrescantes aguas del manantial que se sitúa en las inmediaciones de este escenario natural.
Temporada de visita: Todo el año.